La Prehistoria

Este espacio natural, paso obligado entre el mar y la meseta, donde la variedad de biotopos va unido a una gran riqueza de recursos, ha favorecido que desde tiempos remotos haya sido habitado por el hombre. Los primeros pobladores conocidos hasta la fecha ocuparon el territorio hace 120.000 años, dejando constancia de su existencia a través de diversos útiles toscamente tallados en arenisca (hendedores), que han sido localizados en las inmediaciones de la Ermita de Santa Isabel, y nos hablan de la presencia humana en el Paleolítico Inferior.

El tránsito entre el Paleolítico Medio y el Superior, en torno a 35.000 a.C., se localiza en la Cueva de El Mazo, en cuya superficie aparecen diversos útiles asociados a fauna variada.

El depósito arqueológico de mayor relevancia para el Paleolítico Superior, en torno a 14.000 a.C., es la Cueva de Valle. Situada en el Barrio de Helguera, se encuentra al borde de La Mies y su boca constituye una de las surgencias naturales del colector de Valseca, dando lugar al nacimiento del río Silencio. Las diversas prospecciones y excavaciones han permitido la recuperación de numeroso utillaje de sílex y de notables obras de arte mueble correspondientes al Magdaleniense final, destacando un bastón de mando recogido por L. Sierra en superficie en 1912, junto a los grandes bloques de la galería derecha. Estaba realizado en asta de ciervo, y se encontraba decorado con una cabeza de cierva y varios antropomorfos. Esta pieza está considerada como una de las obras maestras del arte mueble de la Región Cantábrica. De la misma sólo se conserva una reproducción, ya que el original desapareció durante la guerra civil de 1936. También se recuperó un hueso de ave, decorado con caballos; arpones de doble hilera de dientes con decoraciones sencillas y orificio en la base; y punzones y agujas. En este yacimiento se constató por primera vez en la Península Ibérica, el Aziliense, en torno a 10.000 a.C. caracterizado por la existencia de geométricos y de arpones planos; además de cantos decorados.

El Neolítico hace su aparición en torno a 5.500 a.C. Las evidencias más importantes de esta etapa corresponden a los monumentos megalíticos, que se sitúan en los altos en torno a Lodos y Mezquita, o bien se sitúan próximos a vega: La Piedad y Peregita. Son estructuras circulares que han conformado un montículo artificial alrededor de una cista rectangular, en el que enterraban a sus muertos.

La Edad de los Metales ha dejado constancia a través de depósitos de vasos cerámicos y enterramientos en diversa cuevas situadas en torno a La Brena.

 

La ocupación romana y la Tardoantigüedad

La ocupación romana del territorio ha quedado atestiguada con los diversos restos arqueológicos encontrados: un ara votiva en las proximidades de la Cueva de Valle y una inscripción dedicada a Júpiter, en el monte Hayal. Del mismo modo y en el subsuelo de la Iglesia de San Andrés, se ha recuperado restos de terra sigillata tardía y otros correspondiente ya a la etapa visigoda. Así, podemos decir que, entre los siglos IV y VI d.C., se constata la venida de estos pueblos, que ocuparon el territorio posiblemente atraídos por las riquezas mineras fundamentalmente el plomo y el hierro.

 

La Edad Media

Habrá que esperar hasta el siglo XI, para que aparezca por primera vez documentado el nombre de Rasines, con ocasión de la cesión bienes a favor del monasterio de Puerto en Santoña en 1073.

A partir de entonces se constata la existencia de pequeñas comunidades de vecinos que se establecen en torno a zonas de cultivo, principalmente en los valles, dedicándose al cultivo de tierras y a la cría de ganado, y que serán el germen de los futuros concejos que se irán conformando a partir de estas fechas, hasta desembocar en los concejos de Rasines, Ojébar y Cereceda. Las dos primeras se encontraban integradas en la Junta de Parayas, y la de Cereceda, bajo la jurisdicción de Laredo, desde 1200 hasta 1868, año en que se integra definitivamente en el de Rasines. Además de la formación de los concejos, y superponiéndose a ellos, se crean las diversas parroquias que servirán asimismo como aglutinantes del poblamiento.

Será en esta etapa cuando que fijen los límites geográficos, actuando el territorio de fronterizo.

En el siglo XII las fuentes hablan del llamado Alfoz de Rasines, entidad administrativa que abarcaba varias villas, y que estaba a cargo de un señor, que extendía sus derechos hasta el actual Cerbiago en Ampuero.

En esta época vamos a asistir a la delimitación del territorio. Se establecen las primeras líneas fronterizas entre los concejos, que aprovechan los accidentes geográficos para marcar la separación entre unos y otros mediante mojones. A partir de entonces la defensa de los montes comunes pasa a ser una de las prioridades, sobre todo debido en parte a la existencia de una economía de subsistencia que depende directamente de los mismos. Además de servir para confinar los ganados para el pasto son fuente de obtención de materias primas tales como leñas para la construcción de viviendas y utensilios, recogida de frutos, rozos, helechos, leñas para hogares y otros.

El carácter de territorio de realengo se vuelve a manifestar en el conocido Becerro de las Behetrías elaborado en 1351.

En el siglo XIV se crea la figura del Corregidor, nombrado por el monarca, y bajo cuya jurisdicción se encontraban varias merindades; de esta forma el territorio quedó encuadrado dentro del Corregimiento de las Cuatro Villas de la Costa de la Mar.

 

La Edad Moderna

A lo largo de este período histórico va a quedar perfectamente definido el concejo como unidad administrativa civil y la parroquia en el orden religioso. El primero dictará ordenanzas, las conocidas de Rasines, datan de 1701, en ellas se recogen todos los aspectos de la vida en común, formación de estructuras de gobierno, administración de bienes comunes, además de legislar en el orden moral.

También en esta época, en mayor o menor medida, asistimos a un aumento de la población y mejoras de sus condiciones de vida. La implantación de un nuevo cereal, el maíz, a comienzos del siglo XVIII, jugará un papel fundamental en este aspecto. A ello se une un nuevo cultivo también revolucionario, la patata, esta última en el siglo XIX.

A lo largo de estos siglos se van a levantar ferrerías y martinetes, que aprovechan los cursos de agua y que sirvieron para la fabricación de hierro, cuyo embarque se realizaba a través del puerto de Limpias. Además, se construyen numerosos molinos, algunos de los cuales han llegado hasta nuestros días.

Será en esta etapa histórica cuando florezcan las sagas de maestros canteros, en las que actúa como nexo de unión razones de parentesco o de vecindad, y que, procedentes de este territorio, van a intervenir en las principales obras catedralicias que se están realizando por ese tiempo en las principales ciudades castellanas y de La Rioja. Entre los oriundos de este término municipal destacaron Juan y Pedro y Rodrigo de Rasines, Pedro Ezquerra de Rozas y Juan Gil de Hontañón, cuyo hijo natural fue el célebre Rodrigo Gil de Hontañón, el arquitecto más importante de su época, y cuya principal obra es la Universidad de Alcalá de Henares, a mediados del siglo XVI.

También en esta etapa se van a tomar medidas para mejorar el camino de Laredo a Castilla a través de Los Tornos, lo que va a activar notablemente la economía local.

 

La Edad Contemporánea

Los siglos XIX y XX van a suponer un notable cambio; por un lado, el territorio va a quedar fijado definitivamente, hasta tal y como lo conocemos en nuestros días, y por otro lado también sufrirán profundas transformaciones los poderes públicos, los modos de vida y las estructuras económicas entre otros.

Va a ser en el siglo XIX cuando asistamos a la desaparición de la Junta de Parayas y a la creación del municipio de Rasines, que en un principio estuvo integrado solamente por los dos concejos disgregados de la citada junta: Rasines y Ojébar, añadiéndose a finales del siglo XIX el pueblo de Cereceda.

La base fundamental de la economía ha sido, hasta época reciente, la ganadería, sector que sufre una profunda transformación con la introducción de ganado frisón y la instalación de una fábrica en el barrio de Fresno en la segunda década del siglo XX. A partir de entonces se orientó hacia la producción y venta de la leche, con lo cual se mejoró notablemente la economía familiar.

Ya a finales del siglo XIX se aprecian los primeros avances de la era industrial; así, en 1897, se vende terreno junto al río Asón para la construcción de una fábrica por la Electra Montañesa. Unas décadas antes había comenzado la explotación sistemática de los recursos mineros en torno al barrio de Helguera.

Esta situación va a cambiar notablemente a partir de los años sesenta del siglo XX, cuando se produce el establecimiento de fábricas en las zonas inmediatas, que permiten combinar la actividad ganadera con el trabajo en las mismas, diversificando y aumentando de esta manera los ingresos de la economía familiar. Además, se producen importantes desplazamientos hacia las grandes ciudades, con el consiguiente descenso de la población. A partir de los años ochenta se produce un relativo abandono de la actividad ganadera. La concentración parcelaria y la modernización de instalaciones y maquinaria han permitido que un número más reducido de ganaderos sostengan una cabaña superior en número.

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